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Descubre qué ver en Pamplona con DareMapp.
Una ciudad con una rica historia, que data de la época romana cuando se llamaba Pompaelo a pesar de que a lo largo de los siglos, haya sido influenciada por los visigodos, moros y francos, antes de formar parte del Reino de Navarra.
Pamplona está rodeada por murallas medievales y es conocida por su centro histórico bien conservado, hermosos parques, jardines 🍂 y especialmente los 🐂 San Fermines🐂 imprescindibles a la hora de elegir los sitios que ver en Pamplona.
A través de divertidos juego, preguntas y la geolocalización te guiaremos por los puntos más importantes que ver en Pamplona:
-Plaza del Castillo
– Iglesia de San Saturnino
– Portal de Francia. Y mucho más…
El paseo tiene una duración aproximada de 1h30-2 horas
¡Acompáñanos a descubrir que ver en Pamplona con esta divertida visita interactiva!
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Un camino por la Historia para descubrir qué ver en Pamplona.
Pamplona, es la capital de Navarra y fue fundada como Pompaelo por los romanos en el siglo I a.C, y ubicándose estratégicamente en el Camino de Santiago.
A lo largo de los siglos, ha sido influenciada por diversas culturas, incluidos visigodos, moros y francos, y fue parte esencial del Reino de Navarra. Sus bien conservadas murallas medievales y el casco antiguo reflejan su rica historia.
Internacionalmente reconocida por el festival de San Fermín y su emblemático encierro de toros, popularizado por Ernest Hemingway.
Pamplona es un núcleo de tradición y cultura. Hoy, combina su legado histórico con una vibrante vida social y cultural.
👁️Descubre y explora que ver en Pamplona, una ciudad con más historias que excusas para no recorrerla.
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Qué ver en Pamplona en 1 día. Sitios claves.
Plaza de Toros de Pamplona

Construida en 1922 e inaugurada en plenos Sanfermines, la Plaza de Toros de Pamplona es uno de los espacios taurinos más reconocibles del mundo. Es la segunda más grande de España después de Las Ventas, con capacidad para más de 19.000 personas, y su historia está íntimamente ligada a la fiesta más internacional de la ciudad: los encierros de San Fermín. Cada 7 de julio, miles de corredores atraviesan las calles del casco antiguo para entrar corriendo en esta plaza, culminando uno de los espectáculos más intensos y mediáticos del calendario festivo español.
Aunque el protagonismo lo tienen los toros durante las fiestas, la plaza se utiliza también para eventos culturales, conciertos y espectáculos durante el resto del año. Su arquitectura de estilo ecléctico, con una mezcla de elementos neomudéjares y funcionales, la convierte en un edificio singular que domina el paisaje del centro. Además, en los últimos años se ha renovado parte de su estructura, incorporando sistemas de seguridad modernos y espacios dedicados a la divulgación cultural.
Una de las curiosidades que más llama la atención es el papel que jugó Ernest Hemingway, cuya novela Fiesta (1926) hizo mundialmente famosa la plaza y los Sanfermines. El escritor estadounidense quedó fascinado por el ambiente de la ciudad y por la experiencia taurina, convirtiéndose en un habitual del tendido.
¿Qué ver en Pamplona pasado julio? Puedes hacer un recorrido guiado por el interior de la plaza, incluyendo los pasadizos por donde entran los toros, las gradas, el ruedo y la capilla. Es una buena forma de entender la dimensión cultural y emocional que tiene este lugar.
Monumento al Encierro

Ubicado en pleno centro de Pamplona, junto a la Avenida de Roncesvalles, el Monumento al Encierro es una de las esculturas más icónicas que ver en Pamplona. Fue inaugurado en 2007 y es obra del escultor bilbaíno Rafael Huerta, quien logró captar en bronce la energía, la tensión y el caos controlado de los encierros de San Fermín. La escultura, de más de 10 metros de largo, representa a doce corredores y seis toros en plena carrera, congelados en un instante eterno de adrenalina y movimiento.
Lo que hace tan especial a este monumento es su realismo extremo: las expresiones de miedo, concentración o valentía de los corredores, el dinamismo de los cuerpos y la fuerza de los toros transmiten con fidelidad lo que se vive cada mañana del 7 al 14 de julio en las calles del casco viejo.
Cada figura está moldeada con un detalle meticuloso, lo que convierte este conjunto escultórico en una de las representaciones más fieles del encierro que existen.
Además, el monumento es totalmente accesible: puedes acercarte, rodearlo y caminar entre los corredores, lo que lo convierte en una experiencia interactiva que gusta tanto a turistas como a locales. Es habitual ver a visitantes tomándose fotos en medio de la carrera o señalando con asombro algún gesto o detalle de las esculturas.
Como curiosidad, originalmente la obra contaba con once corredores, pero en 2014 se añadió una figura más, completando la composición que hoy se puede contemplar. Si estás en Pamplona, este monumento es una parada obligada para entender el espíritu de los Sanfermines más allá de la fiesta: como una mezcla de tradición, riesgo y emoción colectiva.
Palacio de Navarra

La fachada principal del Palacio de Navarra que ver en Pamplona, un sitio emblemático que ver en Pamplona, está adornada con un impresionante grupo escultórico obra de Fructuoso Orduna, datado en 1951. Esta escultura incluye el escudo de Navarra flanqueado por dos figuras representativas de la región: un montañés y un ribero, simbolizando la diversidad de la comunidad. Además, en hornacinas separadas, se destacan las figuras en bronce de dos reyes notables de la historia navarra: Sancho VII el Fuerte y Sancho el Mayor, añadiendo un toque regio y cultural a la fachada.
Los porches de este palacio aún muestran las huellas de un bombardeo sufrido durante la Guerra Civil española, lo que añade una capa de historia tangible que hace de este lugar un testimonio vivo del pasado tumultuoso de la ciudad y un punto de interés que ver en Pamplona. En la parte trasera del edificio, se encuentra uno de los antiguos pozos de nieve de Pamplona.
Esta estructura cilíndrica, que alcanza una profundidad de 7 metros, era utilizada para almacenar nieve, la cual se preservaba mediante un sistema de capas alternas de nieve y paja. Este método tradicional, cuidadosamente mantenido por el «nevero» —la persona encargada de gestionar este proceso—, es un fascinante ejemplo de las prácticas históricas de conservación y una característica peculiar que ver en Pamplona.
Cada uno de estos elementos del Palacio de Navarra ofrece una ventana única al patrimonio y a la historia de Pamplona, convirtiéndolo en un destino imprescindible para quienes buscan entender y apreciar en profundidad la ciudad.
Plaza del Castillo

Conocida como el “salón de estar” de Pamplona, la Plaza del Castillo ha sido durante siglos el epicentro de la vida social y política de la ciudad. De forma rectangular y rodeada de elegantes edificios con soportales, esta plaza ha sido testigo de torneos medievales, mercados, desfiles militares, celebraciones populares e incluso corridas de toros antes de que se construyera la plaza actual. Su historia arranca en el siglo XIV, cuando este espacio abierto se situaba entre los burgos de Pamplona y cerca del antiguo castillo de Luis Hutín, que le dio nombre y del que hoy no queda rastro.
A lo largo de los siglos, la plaza ha cambiado varias veces de fisonomía. En el siglo XIX, se construyó el kiosco central de música, que hoy es uno de sus símbolos más reconocibles. En torno a él se distribuyen terrazas, cafeterías y locales históricos como el Café Iruña, inaugurado en 1888 y frecuentado por Ernest Hemingway, quien convirtió la plaza en un lugar mítico en sus novelas. De hecho, aún puedes sentarte en la mesa que llevaba su nombre y contemplar el ir y venir de los pamploneses.
La plaza ha sido escenario de grandes acontecimientos: aquí se proclamó la Segunda República, se celebraron mítines políticos y, más recientemente, se ha convertido en lugar de encuentro para los días de fiesta, conciertos o simplemente un café al sol. Su ambiente cambia con cada estación, pero siempre está viva.
Un consejo: visítala tanto de día como de noche. El juego de luces sobre las fachadas al anochecer le da un aire mágico. Y si quieres entender la esencia de Pamplona, este es sin duda uno de los lugares que no puedes perderte.
Curva de Estafeta (encierro)

Si hay una calle en Pamplona que no necesita presentación, esa es la Calle Estafeta. Famosa en todo el mundo por ser uno de los tramos más intensos del encierro de San Fermín, esta estrecha vía del Casco Antiguo se ha convertido en símbolo de la ciudad. Pero más allá de los toros, la Estafeta tiene historia, vida diaria y muchas curiosidades que contar.
El nombre de la calle proviene del antiguo sistema postal del siglo XVIII, cuando allí se ubicaba una «estafeta», es decir, una oficina de correos. Sin embargo, su fama actual se debe a los encierros: es uno de los tramos más peligrosos y emocionantes del recorrido, con una curva cerrada que conecta con la calle Mercaderes, donde los toros suelen resbalar al tomar la esquina. Cada 7 de julio, miles de personas en todo el mundo siguen con atención lo que ocurre aquí, y los mozos más experimentados eligen este lugar para correr.
Fuera del contexto sanferminero, la Estafeta es una calle llena de bares, tabernas y comercios tradicionales, ideal para tapear y disfrutar del ambiente local. Es habitual ver sus balcones adornados y a visitantes asomándose para imaginar cómo debe ser la experiencia de los encierros desde las alturas. En sus paredes todavía se conservan algunas puertas y protecciones de madera que se instalan durante las fiestas, lo que permite hacerse una idea clara de cómo se transforma la ciudad en esos días.
Caminar por la Estafeta es recorrer parte del alma de Pamplona. Ya sea por su historia, por el sabor de sus bares o por la emoción que transmite, esta calle es una visita imprescindible que ver en Pamplona para comprender la verdadera identidad de la ciudad.
Catedral de Santa María la Real

Dominando el casco antiguo de Pamplona, la Catedral de Santa María la Real es mucho más que un templo religioso: es un verdadero compendio de historia, arte y poder que ver en Pamplona. Construida entre los siglos XIV y XV sobre restos de templos anteriores, su fachada neoclásica puede despistar a primera vista, pero tras ella se esconde uno de los conjuntos catedralicios más completos y sorprendentes de Europa.
El exterior es sobrio, pero basta cruzar sus puertas para descubrir un interior gótico imponente, con una nave alta y luminosa y una sillería barroca que atrae todas las miradas. En el centro del presbiterio se encuentra el mausoleo de Carlos III el Noble y Leonor de Trastámara, una joya del gótico funerario, tallada con extraordinario detalle.
Pero lo que realmente convierte a esta catedral en un lugar especial es su claustro gótico, considerado uno de los más bellos del continente, con arcos elegantes, esculturas delicadas y una atmósfera de recogimiento que invita a la calma.
Además, el complejo incluye el Museo Catedralicio, donde se conservan piezas litúrgicas, códices y vestigios arqueológicos; y el campanario, al que se puede subir para disfrutar de una de las mejores vistas de Pamplona. Otro rincón muy especial es la cocina medieval, del siglo XIV, una rareza arquitectónica única en Europa que se ha conservado íntegra.
Como curiosidad, la catedral fue sede de coronaciones y funerales reales, y en ella se celebraron actos de gran relevancia política durante siglos. Si te interesa la historia, la arquitectura o simplemente disfrutar de un lugar con siglos de vida, este es un punto imprescindible en tu visita a Pamplona. Una joya inesperada que no deja indiferente.
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Fuente de la Navarrería

En pleno corazón del casco antiguo, la Fuente de la Navarrería es uno de esos rincones discretos que, sin hacer ruido, forman parte esencial del alma de Pamplona. Aunque su aspecto actual es del siglo XVIII, su historia se remonta aún más atrás, ya que este espacio ha sido lugar de encuentro y tránsito desde tiempos medievales. Se encuentra en la plaza de la Navarrería, una de las zonas más antiguas de la ciudad, rodeada de casas con historia, adoquines gastados y un ambiente que mezcla tradición y juventud.
La fuente fue diseñada en 1788 por Luis Paret, pintor de la corte y autor de varias obras urbanísticas en la ciudad. Su construcción se debió a la llegada del agua corriente desde el manantial de Subiza, y formó parte de un conjunto de fuentes ornamentales repartidas por Pamplona. Está elaborada en piedra, con una base de formas curvas, pilones en forma de concha y un cuerpo superior rematado por una figura que recuerda a un jarrón clásico. Frente a ella se alza el Palacio del Marqués de Rozalejo, lo que completa un entorno pintoresco y con mucha personalidad.
Durante décadas fue lugar de abastecimiento para los vecinos y, con el tiempo, se convirtió en un punto de reunión popular. En los últimos años, ha adquirido también una dimensión más festiva: durante los Sanfermines, es habitual ver a grupos de jóvenes celebrando alrededor de la fuente, que ha pasado de ser espacio de recogimiento a símbolo de convivencia.
No es una gran catedral ni una plaza monumental, pero si quieres sentir el pulso auténtico del casco viejo, la Fuente de la Navarrería es uno de esos lugares imprescindibles que ver en Pamplona.
Mercado Santo Domingo

Situado junto a la famosa cuesta donde arrancan los encierros, el Mercado de Santo Domingo es el alma comercial del casco antiguo de Pamplona. Fundado en el siglo XVI y reconstruido tras un incendio en el siglo XIX, es el mercado más antiguo de la ciudad y uno de los más veteranos en activo de toda España. Desde hace siglos, es el lugar donde los pamploneses hacen su compra diaria y donde se mezclan historia, tradición y vida cotidiana.
El edificio actual se inauguró en 1877, manteniendo la estructura del antiguo Pósito, y hoy alberga más de 40 puestos que rodean un patio central. Entre sus mostradores puedes encontrar productos frescos de gran calidad: carnes, pescados, quesos, pan, frutas y verduras, muchos de ellos de origen local. Pero el mercado no es solo para comprar: también es un espacio gastronómico y cultural, con zonas de restauración y actividades, como conciertos o catas. Incluso cuenta con su propio teatro-café, el Zentral, que da una segunda vida a este espacio emblemático.
Una curiosidad que pocos conocen es que el encierro de San Fermín tiene aquí una de sus raíces: los antiguos carniceros del mercado eran los encargados de conducir las reses desde los corrales hasta la Plaza del Castillo, y ese trayecto es el origen del encierro actual. Además, Ernest Hemingway menciona el mercado en su novela Fiesta, como parte de la experiencia auténtica de la ciudad.
Si quieres conocer el día a día de Pamplona, este es tu sitio. Es un lugar donde puedes saborear, literalmente, la cultura local y sentirte parte de la ciudad, aunque sea solo por un rato. Un plan imprescindible si buscas algo más que monumentos.
Museo de Navarra

En plena cuesta de Santo Domingo, el Museo de Navarra custodia la memoria de toda una región. Ubicado en el antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia, un edificio del siglo XVI que conserva una preciosa portada renacentista, este museo no solo guarda historia: la cuenta con voz propia, a través de piezas únicas que abarcan desde la Prehistoria hasta el arte contemporáneo.
Inaugurado en 1956, su colección es sorprendentemente amplia. Entre sus piezas más valiosas destacan el Mapa de Abauntz, considerado el mapa más antiguo de Europa Occidental, y la Arqueta de Leyre, una joya del arte hispano-musulmán elaborada en marfil en torno al año 1000. También conserva restos romanos como el famoso Togado de Pompelo, que hasta hace poco se pensaba que era un hombre… hasta que un estudio reveló que en realidad representa a una niña de unos 10 años.
En los últimos años, el museo ha cobrado aún más relevancia con hallazgos como la Mano de Irulegi, del siglo I a.C., con inscripciones en lengua vascónica, y el Hombre de Loizu, un esqueleto humano de más de 9.000 años de antigüedad. Ambos han revolucionado lo que sabíamos sobre los primeros pobladores de Navarra. Además, el museo ofrece una excelente muestra de arte navarro contemporáneo con obras de escultura, pintura y vídeo.
Si buscas un lugar que ver en Pamplona, que condense siglos de historia en un solo recorrido, este museo es el sitio. Didáctico, visual y profundo, el Museo de Navarra es una parada imprescindible para comprender el alma de Pamplona y el peso cultural de toda su tierra.
Imagen de San Fermín en la Cuesta de Santo Domingo

Si pasas por la Cuesta de Santo Domingo al amanecer durante los Sanfermines, oirás a cientos de corredores cantar a una pequeña figura alojada en una hornacina en la pared. Es la imagen de San Fermín, patrón de Pamplona, y aunque es discreta en tamaño, su importancia simbólica es enorme.
La hornacina está situada a medio camino de la cuesta, en un muro que se convierte en punto de referencia cada mañana del 7 al 14 de julio.
Allí se encuentra una pequeña imagen de bronce de San Fermín con su mitra, báculo y capa de obispo. Fue colocada en 1962, aunque anteriormente ya existía una pintura del santo en el mismo lugar. Desde entonces, los corredores del encierro entonan tres veces una breve plegaria mirando hacia ella, justo antes de que se abran los corrales: “A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición”. Es uno de los momentos más emocionantes de cada jornada.
La imagen está protegida tras un cristal blindado y flanqueada por una reja metálica. Aunque durante el resto del año muchos pasan por allí sin detenerse, en San Fermín se convierte en uno de los epicentros emocionales de la ciudad. La devoción que despierta no tiene tanto que ver con la religiosidad, sino con la tradición, el respeto y el sentimiento colectivo de quienes participan o contemplan los encierros.
Pararse frente a la hornacina, aunque no sea julio, es una forma de conectar con el corazón de la fiesta. Un gesto sencillo, pero cargado de significado, que explica por qué este pequeño rincón es uno de los lugares que ver en Pamplona.
La Ciudadela

La Ciudadela de Pamplona es uno de los ejemplos más impresionantes de arquitectura militar del Renacimiento en España que ver en Pamplona. Construida en el siglo XVI por orden de Felipe II, fue diseñada por el ingeniero militar italiano Giacomo Palearo “el Fratín” con forma de estrella de cinco puntas, siguiendo los modelos defensivos más avanzados de la época. Su objetivo era claro: mantener la vigilancia y el control sobre la ciudad, en un momento en que Navarra acababa de ser incorporada a la Corona de Castilla.
Durante siglos, la Ciudadela cumplió funciones militares y defensivas. Con el paso del tiempo perdió su valor estratégico y fue integrándose en el crecimiento urbano de Pamplona. Hoy, este antiguo bastión es un gran parque público con zonas verdes, caminos para pasear y una agenda cultural que aprovecha los antiguos edificios para exposiciones, actividades infantiles, conciertos o muestras de arte contemporáneo.
Entre sus elementos más destacados están los baluartes, fosos, revellines y puentes levadizos, que se conservan en excelente estado. Pasear por sus murallas es hacer un viaje en el tiempo, y al mismo tiempo disfrutar de un pulmón verde en pleno centro de la ciudad. La Ciudadela también forma parte del conjunto defensivo de Pamplona, que incluye otras fortificaciones como el Fuerte de San Bartolomé.
Una curiosidad: bajo sus explanadas se esconden galerías subterráneas que formaban parte del sistema defensivo, aunque no todas están abiertas al público. Y durante los Sanfermines, la Ciudadela se convierte en un lugar tranquilo donde escapar del bullicio.
Espacio histórico, zona de descanso y centro cultural, la Ciudadela de Pamplona es uno de esos lugares donde el pasado y el presente se dan la mano. Una visita imprescindible para entender la historia y el carácter de la ciudad.
Ayuntamiento de Pamplona.

Su origen se remonta a 1423, cuando Carlos III ordenó su construcción en el lugar donde confluían los burgos medievales. El actual edificio que ver en Pamplona se construyó entre 1753 y 1759, según el proyecto del maestro Juan Miguel de Goyeneta.
Los elementos arquitectónicos que forman la fachada son barrocos, así como la ornamentación de hojarasca, los elementos geométricos o los espejos con rocalla. Guardando la puerta del Ayuntamiento aparecen dos alegorías que representan a dos virtudes: a la Prudencia y a la Justicia.
En la parte superior del edificio aparecen dos Hércules, que simbolizan las virtudes cívicas, y en lo alto del conjunto está la alegoría de la Fama, pregonera de los fastos de la ciudad. El Ayuntamiento y la plaza Consistorial constituyen uno de los escenarios más importantes de los Sanfermines. Cada 6 de julio, se lanza desde aquí el Chupinazo, cohete anunciador de las fiestas.
Iglesia de San Saturnino

La iglesia de San Saturnino, más comúnmente llamada de San Cernin, es un edificio religioso católico que ver en Pamplona en el Casco Viejo.
La actual iglesia es gótica del siglo XIII, sin embargo, existieron en el mismo emplazamiento una iglesia primitiva, y otra románica (siglo XII). En la Edad Media, cumplió una doble función: religiosa y defensiva.
Además de sus torres, destaca el pórtico, decorado con bellas tallas góticas como las de Santiago peregrino o San Saturnino, y el interior, gótico de nave única muy amplia con bóveda sexpartita.
Una veleta con forma de gallo corona la torre principal de la Iglesia.
Este «gallico de San Cernin» es uno de los emblemas más populares que ver en Pamplona.
El reloj situado en la misma torre, construido en 1499, anuncia cada mañana sanferminera el momento del disparo del cohete que arranca el encierro.
Capilla San Fermín

La Capilla de San Fermín se encuentra dentro de la Iglesia de San Lorenzo y del templo medieval original, que formaba parte de lo que antaño fuera el sistema defensivo de Pamplona, apenas se conserva hoy una torre.
La Capilla San Fermín, que ver en Pamplona se encuentra nada más entrar a la derecha, y sobre el altar, se alza la venerada reliquia del Santo, una talla de medio cuerpo realizada en madera policromada y guarnecida en plata que data de fines del siglo XV.
Su semblante es oscuro, puede ser debido a que originariamente fuera negro o a que el humo de las velas lo haya oscurecido… De ahí, que al Santo se le haya atribuido también el calificativo de “morenico“.
La leyenda cuenta que San Fermín, hijo del senador Firmus que gobernó Pamplona en el siglo III, se convirtió al cristianismo y fue ordenado sacerdote en Toulouse.
Regresó a Pamplona como obispo y murió mártir en Francia el 25 de septiembre del año 303.
Jardines de la Taconera

Los Jardines de la Taconera constituyen el parque más antiguo, hermoso y emblemático que ver en Pamplona. Con sus 90.000 metros cuadrados de superficie, se asienta en torno a las murallas, muy cerca del Casco Antiguo, dentro de un marcado estilo romántico y versallesco.
En todo él podemos pasear entre arboles, cuidados jardines, junto a las murallas y sus fosos…
A lo largo de sus paseos nos encontramos con numerosas fuentes, estatuas y monumentos como las de Julián Gayarre o la de la Mariblanca que en su día estuvo presidiendo la famosa plaza del castillo.
Si nos acercamos con niños, pueden divertirse en los columpios que allí nos encontramos además de ver gran cantidad de animales sueltos que conviven en los fosos de las murallas.
Remanso de paz siempre y cuando a sus habitantes no les de por hablar a todos juntos: ciervos, patos, pavos reales, distintos tipos de gallos y gallinas constituyen su vecindario.
Un lugar ideal para visitar con los pequeños y demostrarles que los animales también tienen cabida en el centro de la ciudad.
Otros sitios que ver en Pamplona.
Además de los sitios vistos en la guía existen varios sitios qué ver en Pamplona y que no te puedes perder:
Estadio de El SADAR: casa del Club Atlético Osasuna desde su inauguración en 1967. Con una capacidad actual de más de 23,500 aficionados, ha sido recientemente modernizado para ofrecer mejores instalaciones y una experiencia de espectador mejorada. Conocido por su vibrante atmósfera y el ferviente apoyo de los seguidores locales, El Sadar representa un punto que ver en Pamplona crucial para la comunidad futbolística de la región, manteniendo una rica historia de encuentros deportivos memorables.
Paseo del Redín: Calle que bordea la muralla y con aspecto medieval y un puente muy fotogénico.
Ruta de pintxos por las calles estrechas y empedradas del Casco Antiguo. La cocina navarra es deliciosa y Pamplona es un lugar fantástico para probarla. Pinchos de chistorra, menestra de verduras, cordero asado… ¡prepárate para un festín!
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